sábado, 13 de septiembre de 2008

Mis Brazos

No creo en un Dios Intervencionista pero se, cariño... que tu si, pero si lo hiciera me arrodillaria, y le pediria que no intervenga cuando se trata de ti, que no toque ni un pelo de tu cabeza, que te deje tal como eres, y si el sintiera que tiene que dirigirte, entonces que te dirija a mis brazos.

No creo en la existencia de los Angeles pero mirandote, me pregunto si seran reales, pero si lo hiciera los congregaria, y les pediria que velen por ti, que cada uno encienda una vela para ti, para hacer claro, y brillante tu camino, y camines como Cristo en gracia, y Amor... Hasta mis Brazos.

Creo en el Amor, y se que tu tambien, y creo en algunas clases de caminos que podemos recorrer, asi que mantengan sus velas encendidas, y hagan que su viaje sea brillante, y puro... que Ella siga volviendo a mis Brazos.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Soñar & Pensar.


Las horas del ensueño son las horas profundas de la vida, en las que toda la poesía que bulle en nosotros se agrupa y flota como un fuego fatuo.

Después, el sol vuelve a salir. Las brumas blanquecinas descienden como llamadas por el río. Ya solo se ve la gran espada del agua clara. Y la razón, entonces, ordena y reúne los fragmentos que brotaron del sueño y les imprime su huella.

¡Que alegría encontrar y comparar! ¡Que alegría dar a las cosas un sentido de la belleza y una dirección! ¡Que alegría comprender y subir las laderas y llegar a las cima de la verdad y de lo eficaz! El espíritu traza las líneas claras de sus leyes.

El hombre se siente en ese momento superior a todo, dueño de este universo monstruoso y desmesurado en el que, son los cerebros, no más grandes que una fruta o que un pájaro, los que imponen el orden y la armonía.

Quien no sepa gozar las posibilidades de soñar y de pensar que, a cada segundo, la vida ofrece al hombre, la nobleza de esa vida. El hechizo es siempre posible, porque los sueños son los violoncelos que suenan en el jardín de las almas. Podemos pensar siempre, es decir, tener el espíritu no solo ocupado, sino vibrante, tenso hacia un dominio mas fuerte, más exultante que el fuego de los deseos infinitos. Aburrirse es renunciar al sueño y al espíritu.

El aburrimiento es la enfermedad de las almas y de los cerebros vacíos.

La vida, entonces, se convierte en un esfuerzo desesperadamente gris. El amor mismo no se exalta ni se hechiza sino en la medida en que el espíritu superior mantiene la poesía y fortifica los impulsos de la sensibilidad. Es también preciso soñar y pensar nuestro amor.