Under the vault of heavens, I stood alone, Waiting,...
The blaze of silver shining in my eyes, My hands of gleaming gold
The red of iron in my veins, The blue of steel in my bones
The sparkle of blackness of coal in my hair, My chest golden with waved
It is my heaven, It has my eyes, It is my space, It has my shape.
I knew it was my masterwork, I felt the strength of gods
Revised the soaring heights, Let the heavens be aligned
I listened with care the place for the moon, Made sure of the tones
Painted through void the route for the sun, Made out the locus of stars
I pierced the distant dome, For the lights to seep through
I checked the curves of borders of all, And placed the highest star
It worked and sun and danced, It shone and gloved and gleaned
It circled, curved and blazed, It pulsed, burned and waned
It flowed from my bones, And bolted from my fingers
And settled on and over me, And made me face my longing
martes, 27 de abril de 2010
El Poder de la Alegria~
¡Hay tantas cosas que pueden darnos felicidad... !
Solo el liberarnos de nuestros deseos nos puede hacer felices.
La alegría de vivir, por si sola, baste para lograrla.
La alegría de tener radiante el corazón.
La alegría de tener un cuerpo robusto, brazos y piernas duros como arboles y pulmones que beben la vida del aire.
La alegría de poseer ojos que reflejan en su espejo aterciopelado los colores y las formas.
La alegría de pasar horas y horas trazando las grandes líneas rectas de la razón o bordando, a capricho, nuestros sueños.
La alegría de creer, alegría de amar, de entregarse, de avanzar a grandes pasos por la vida, como sé avanza ingrávido por el agua.
¿Como, pues, no ser feliz...?
¡Es tan sencillo, tan elemental, tan natural!
A través de las peores calamidades, la felicidad renace siempre como un surtidor que se pretendiera sofocar.
Ser feliz y vivir son una misma cosa.
No ser feliz es dudar de nuestro cuerpo, del calor de nuestra sangre, del fuego devorador del corazón, de la claridad del espíritu que inunda nuestro ser.
La desgracia misma nos trae la alegría dolorosa del alma que se entrega sangrando, que sopesa su sacrificio y desmenuza y analiza su amargura.
¡Alegría cruel, pero alegría de jerarquía excelsa, de la que solo es capaz el hombre que, con el corazón desgarrado, todo lo comprende!
Solo el liberarnos de nuestros deseos nos puede hacer felices.
La alegría de vivir, por si sola, baste para lograrla.
La alegría de tener radiante el corazón.
La alegría de tener un cuerpo robusto, brazos y piernas duros como arboles y pulmones que beben la vida del aire.
La alegría de poseer ojos que reflejan en su espejo aterciopelado los colores y las formas.
La alegría de pasar horas y horas trazando las grandes líneas rectas de la razón o bordando, a capricho, nuestros sueños.
La alegría de creer, alegría de amar, de entregarse, de avanzar a grandes pasos por la vida, como sé avanza ingrávido por el agua.
¿Como, pues, no ser feliz...?
¡Es tan sencillo, tan elemental, tan natural!
A través de las peores calamidades, la felicidad renace siempre como un surtidor que se pretendiera sofocar.
Ser feliz y vivir son una misma cosa.
No ser feliz es dudar de nuestro cuerpo, del calor de nuestra sangre, del fuego devorador del corazón, de la claridad del espíritu que inunda nuestro ser.
La desgracia misma nos trae la alegría dolorosa del alma que se entrega sangrando, que sopesa su sacrificio y desmenuza y analiza su amargura.
¡Alegría cruel, pero alegría de jerarquía excelsa, de la que solo es capaz el hombre que, con el corazón desgarrado, todo lo comprende!
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