martes, 27 de abril de 2010

El Poder de la Alegria~

¡Hay tantas cosas que pueden darnos felicidad... !
Solo el liberarnos de nuestros deseos nos puede hacer felices.
La alegría de vivir, por si sola, baste para lograrla.
La alegría de tener radiante el corazón.
La alegría de tener un cuerpo robusto, brazos y piernas duros como arboles y pulmones que beben la vida del aire.
La alegría de poseer ojos que reflejan en su espejo aterciopelado los colores y las formas.
La alegría de pasar horas y horas trazando las grandes líneas rectas de la razón o bordando, a capricho, nuestros sueños.
La alegría de creer, alegría de amar, de entregarse, de avanzar a grandes pasos por la vida, como sé avanza ingrávido por el agua.
¿Como, pues, no ser feliz...?
¡Es tan sencillo, tan elemental, tan natural!
A través de las peores calamidades, la felicidad renace siempre como un surtidor que se pretendiera sofocar.
Ser feliz y vivir son una misma cosa.
No ser feliz es dudar de nuestro cuerpo, del calor de nuestra sangre, del fuego devorador del corazón, de la claridad del espíritu que inunda nuestro ser.
La desgracia misma nos trae la alegría dolorosa del alma que se entrega sangrando, que sopesa su sacrificio y desmenuza y analiza su amargura.
¡Alegría cruel, pero alegría de jerarquía excelsa, de la que solo es capaz el hombre que, con el corazón desgarrado, todo lo comprende!

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